Grado de dificultad: 0 (es solo ver una película)
Columnista: Roberto
Fui a ver una película en teatro
Un compromiso
Acabo de ir a ver una película en teatro (favor, no burlarse, era un compromiso).
Hace poco tiempo, escribí un editorial en este blog sobre la sorprendente disponibilidad de obras a etapas muy tempranas de su publicación (AKA “Piratería”).
Tomaba el ejemplo de “Alita: Battle Angel”, de Robert Rodriguez, que estaba sorprendido de poder descargar tan fácil. Eso me permitía, sin embargo, dar mi opinión sobre este fenómeno y sus razones.
Al mismo tiempo, me prometí que a su salida la iba a ver de la manera anticuada.
Había olvidado que tan complicado era ir a un teatro. Empieza cuando uno quiere ir con alguien, y que este alguien no está disponible o tuerce la cara…
Me fui solo, entonces.
Comprando la boleta
Hay varios teatros en la zona donde me encuentro. Uno de los tres es más reciente y nunca fui a este. Desafortunadamente, mi “tarjeta gold” de Cinemark se venció sin que la hubiera, siquiera, usado.
Tendré que comprar mi boleta directamente al teatro. Nada grave. Lo haré en mitad de semana y en una de las funciones de las tardes para estar más tranquilo (no soy un gran fan de las filas de espera ni de las multitudes – llámenme agorafóbico si quieren).
Buena sorpresa (lo sabía, pero no me acordaba), la sesión me costara menos por ser un miércoles y a las tres de la tarde.
Es más, me proponen dos opciones:
- una sala premium con estas sillas que parecen camas de avión en primera clase, con la diferencia de que, en un avión, la gente la usan para dormir (me parece, nunca fui en primera clase, por alguna razón). ¡No, gracias!
- Una sala con sillas normales y sillas “D-BOX” … What? Me explican de que se trata: una silla que “se mueve con la acción”. La idea me parece curiosa, solo que difícilmente creíble si las escenas no son en primera persona. No, tampoco. Estaré en silla “normal”.

Me pica sin embargo la curiosidad: resulta que, en el lobby, tienen instalado un puesto de demostración de la silla “masajeadora”. La impresión es conforme a lo que temía: con esta película, hubiera sido un desperdicio.
Para una simulación de carrera de carros, y con un timón adecuado, debe ser interesante (ni quiero conocer el presupuesto, que debe ser igual de interesante).
Antes de la función
Salgo a tomarme un doble expreso en OMA, para compensar las crispetas que no compraré (¿para comer solo, como un egoísta en fase oral?). Y finalmente entro a la sala… Desierta.
El sistema de sonido juega una música de un cuatuor de jazz, con trompeta tapada. Escuchar algo tan sofisticado y brillante en un lugar como este me sorprende y me gusta.
Hace una eternidad que no había escuchado un “modern jazz” como esta pieza. Siento sorpresa y tristeza a la vez: el “modern jazz” es una música melancólica que resalta la soledad de esta sala.
No quedo mucho tiempo solo, varias personas (menos de una decena en total) entraran en la sala, y todos antes del inicio de la función (para pelear contra los abusivos, me quedo ensayado).
Todos se ubican alrededor del eje central de la sala. Es lógico: la película estará en “3D”, por eso uno está mejor ubicado en la parte central, y no muy cerca de la pantalla.
Estoy, sin embargo, sorprendido por la separación entre los escasos espectadores. Parece que no soy el único a disfrutar de un cierto espacio…
La función
Pasan varios comerciales y presentaciones de películas futuras (ni me acuerdo cuales), antes de finalmente presentar la película.
Como ya vi (la película) de manera “informal”, no estaré sorprendido por el guion que descubrí antes (y que me gustó). Me podre enfocar sobre otras cosas, como la imagen “3D”.
Tampoco es la primera vez que veo una película en “3D” en teatro. Las anteriores fueron experiencias decepcionantes, porque el sistema de proyección ya no es de “película”, justamente.
Usan un proyector BARCO (imaginan la misma cosa que un proyector EPSON de sala de convención, solo que más grande y en “3D”). Es la única cosa que pueden hacer en ausencia de pantallas LED del tamaño que necesita un teatro.

Y eso es una doble estafa:
- no hay técnicamente ninguna diferencia entre el teatro y mi casa: es el mismo archivo “mkv” que veo en mi Smart TV.
- La calidad de imagen de un proyecto es super borrosa, porque los técnicos no se toman la molestia de ajustar el enfoque del lente (o simplemente no pueden hacer mejor).
Hay, sin embargo, una diferencia sobre la calidad del sonido. Una sala grande, con una impresionante cantidad de parlantes, distribuidos alrededor de la sala y en formato THX, es algo un poco más complicado a reproducir en una casa (aunque no imposible).
Veredicto
Efectivamente, la imagen es borrosa, lo cual destrozaría la justificación de ir a un teatro, si no fuera por la calidad del sonido (el cual, afortunadamente, no estaba ensordecedor como pasa a veces).
Por fortuna, el teatro no estaba lejos de la casa, y sabia lo que me esperaba. La única sorpresa, en forma de curiosidad, fue la de las sillas “D-BOX”.
A parte de las ganas de alardear, malgastando una suma adicional, no veo el interés de las sillas “premium” o “D-BOX” para uno. Suena como una solución desesperada para atraer el público que, en el mejor caso, prefiere mirar Netflix o Amazon Video, y, en el peor, comprar películas en la calle. No han encontrado la manera de luchar contra eso, todavía (a parte de amenazas huecas).
Mirándome en un espejo, noto que tengo la marca de las gafas en la nariz (no sentí nada durante la proyección, porque, aunque ya la conocía y con una imagen borrosa, disfrute la película).
Pero eso no me va a reconciliar con el cinema en teatros.
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