La duda es una manera de reflexionar sobre el camino a tomar. Es una reacción muy “nerda”, la de hacerse preguntas que van en contra de la “eficiencia”.

Probablemente ya han oído o leído una de estas expresiones:

“Cumplir su sueño”

“Si no lo hago yo, alguien más lo hará”

“Eso no es una obra de caridad”.

Y mi preferida: “¿Qué le vamos hacer?”

Tal vez las hayan escuchado y les parecieron “hasta normales”. Resulta, sin embargo, que hay siempre dos caras a una misma moneda.

Empezando por la primera, todo el mundo tiene sueños, eso es la base del progreso. Sin embargo, “¿Sera que mi sueño es egoísta?” y “¿Será que mi sueño perjudica a los demás?” son dos preguntas que deberían acompañar cada sueño.

A la segunda, siempre tuve la misma respuesta: lo más importante es saber cuáles cosas nunca haría. Me acuerdo de este momento, en primaria, donde el profe dijo “hoy, no pondré las notas a las tareas, las decidirán ustedes”. La contribución mía fue de atribuir un 5 sobre 5 a todos. No me pareció que tenía la sabiduría para condenar a nadie… Extrañamente, más de 50 años después, todavía pensó igual.

La tercera es la justificación de los que pretenden que todo es negocio (la salud y la educación, por ejemplo). Hay, en países “desarrollados” muchos sacerdotes de esta filosofía. Todo depende de lo que uno llama éxito.

En cuanto a la cuarta, “¿Qué le vamos hacer?”, no conozco ninguna respuesta a esta pregunta. Lo único que sé es lo que hare yo.

Para escribir este editorial, hice una pequeña búsqueda, no para saber que pensar (en este instante, lo tengo muy claro), sino para saber que piensan otras personas. Encontré este pequeño texto, en inglés, que les traduzco:

Un hombre que caminaba por una playa vio a un niño recogiendo una estrella de mar y arrojándolas al mar.

Le preguntó al niño por qué estaba lanzando estrellas de mar al mar.

El niño respondió: “La marea está bajando … Si no los tiro, se secarán y morirán”.

El hombre sonrió condescendiente y dijo: “Pero hay miles de estrellas de mar en cada milla.

El niño se agachó, recogió otra estrella de mar y la arrojó al mar.

“Bueno”, dijo, “hice una diferencia para eso”.

Este cuento contesta muy bien a una de las expresiones del inicio, diciendo “Si no lo hago, nadie más lo hará”.

Hay otras acciones que cuestan más que esta. Por ejemplo, hay una verdad que nunca vi en ningún código de ética: que la ética cuesta, y cuesta caro. Si no fuera así, todo el mundo tendría ética.