Grado de dificultad: 1 (Las reconocerán cuando las vean)
Columnista: Roberto
La alteración de la verdad se puede identificar
Hablamos y seguiremos hablando mucho de lo que está pasando en Estados Unidos estos últimos tiempos.
La razón es que TMN está en contra de la cultura de la mentira, bajo todas sus formas. Y resulta que, allí, esta cultura alcanzó un nivel de organización preocupante.
Es un tema que ya hemos abordado a través de la neolengua, esta técnica escrita y hablada de alteración de los hechos, de la cual propusimos un léxico.
Recientemente, una reunión, llamada “Social Media Summit”, tuvo lugar en la Casa Blanca.
En sí, fue un evento extraño y perturbador, parecido a un desfile de monstruos en un “más allá” digno de Lovecraft.
Tuvo, sin embargo, un aspecto interesante: muchos de los especialistas en distorsión de la realidad estaban presentes, promovidos a una seudo aristocracia virtual de la mentira.
Estos “especialistas” suelen usar técnicas de engaño, con las cuales se sienten más cómodos.
En nuestro artículo “White House Social Media Summit (which social media?)”, sugerimos que estas técnicas se podían reunir en un manual.
El presente “post” es una propuesta de descripción de las que ya hemos identificado y hasta presenciado.
Tácticas de manipulación
La reversión de la culpa
Empezamos por una muy popular, últimamente. Es practicada por el actual presidente de los EEUU.
Su principio es el siguiente: Imaginemos a alguien culpable de algo vergonzosos o chocante.
La táctica consiste en voltear la situación y acusar a sus acusadores de esta misma culpa. La persona en cuestión, consciente de su propia falla, es muy eficiente al describirla, lo cual hace sus acusaciones muy creíbles.
Hay sin embargo un inconveniente en esta táctica: funciona mejor si el potencial culpable se adelanta a las criticas o acusaciones.
Si llega demasiado tarde o ya es conocido por estas fallas, sus ataques serán vistas como cinismo (lo que es, de todos modos).

La ira fingida
Es otra táctica muy utilizada estos últimos tiempos. Imaginamos un debate difícil en el cual, después de un momento, alguien lanza un argumento válido difícilmente contestable, y hasta destructor.
Si este argumento llega suficientemente tarde, se vuelve creíble fingir una ira descontrolada (en modo “dignidad ultrajada”), evitando así contestar y desviando la atención.
Nota: una variante de esta táctica es la de provocar esta ira en sus adversarios: insultándolos directamente o jugando con sarcasmo e injusticia, se puede provocar una perdida de compostura que permite escaparse.

En el nombre de dios
Dios tiene una característica muy útil para los que pretenden hablar en su nombre y ponerlo como testigo.
Nunca lo contradice a uno. Es una situación que aprovechan abundantemente los gurús de sectas y los “lideres” de comunidades muy religiosas (o más exactamente que se proclaman como tales).
Estas personas son, por supuesto, “personas de bien”, siendo claro que se trata de una auto-denominación.
Convertirse a una de estas creencias puede ser un cálculo político interesante.
Tienen varias tácticas que derivan de un principio común: él de situarse, por esencia, del lado justo:
- Culpar, por principio.
- Estar siempre atento (sobre todo si es contraproducente y dañino).
- Siempre perdonar (a la gente que se enoja de sus malas acciones, evitando, así, reconocer su propia culpa).
- Robar las realizaciones de los demás, atribuyéndolas a su dios.
- Usar definiciones de sacrilegios para condenar sin la necesaria discusión ni entendimiento.

Chantaje al antisemitismo, racismo o sexismo
Esta táctica es una variación sobre el tema de la “Ira fingida”.
Es muy conocida de grupos ultraconservadores judíos que la usan para silenciar todos, sin tener que argumentar en discusiones.
No tiene, por supuesto, nada que ver con la religión ni con eventos históricos. Es solo un comodín muy práctico.
Nota: mil disculpas a la gente normales que resulta ser judía (que es la gran mayoría).
No es, sin embargo, el único caso. Las acusaciones de racismo, de sexismo o de homofobia, que son fallas difícilmente admisibles, son frecuentemente utilizadas para desprestigiar a bajo precio.

Tengo un amigo afrodescendiente
Es una táctica que empieza a ser bien identificada.
Las personas racistas (#shithole) suelen esconder esta alienación mental detrás de la disculpa “tengo amigos afrodescendientes o asiáticos o árabes”.
Las personas real y profundamente racistas suelen cultivar esta cortina de humo, porque saben que tan reprobado es, socialmente, este comportamiento.

Socialismo y comunismo
El término socialista suele referirse a comportamientos que se enfocan en las personas más que en las organizaciones.
Otros términos neutrales o positivos para esta actitud son “humanista”, “comunitario” o “libertario”.
Nota sobre el último término: no confundir “libertario” con “libertariano”, que se refiere a la actitud exactamente opuesta y manipuladora (lo parecido no es casualidad). Muchos de los que asistieron al “Social Media Summit” son libertarianos.
Los norteamericanos usan también el término “progresista” para irritar menos los sentimientos de las personas.
Es muy práctico, para ciertos manipuladores, asimilar socialismo a comunismo, aprovechándose de la incultura de las personas a quienes se dirige este mensaje discriminatorio.
Además, a estos manipuladores, les resulta más fácil identificarse con regímenes totalitarios “de izquierda”, dado que usan las mismas técnicas de manipulación de la realidad.

Nota: Socialismo y Social democracia son las formas sociales más comunes en Europa del Norte, siendo claro que requieren un nivel de cultura social muy avanzado.
Aquí termina nuestro aporte a un catálogo de las tácticas de engaño.
Existen otras, de las cuales tendremos la oportunidad de hablar próximamente, cuando las identifiquemos. No pensamos esperar mucho tiempo…
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