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Columnista: Roberto

Una versión inicial de este artículo estaba en inglés, por ser una información internacional. Sin embargo, siendo un tema de mucha importancia, se reescribió en español.

Un pueblo inhabitual

Kamikatsu es un pueblo japonés de 1600 almas, más exactamente son 55 aldeas y caseríos poblados por 800 familias.

Este pequeño pueblo, de una hermosa zona rural del sur de Japón, es un centro de atención de todos los ambientalistas del mundo.

¿La razón? Este pueblo alcanza actualmente a reciclar 81% de sus desechos, y pretende llegar à 100% en 2020.

Doña Juana es algo que dejaron de conocer los habitantes de este pueblo…

El relleno de “Doña Juana”

Un “problema” que viene del siglo pasado

Justamente, empezamos por hablar de “Doña Juana”. El artículo a continuación describe los “buenos aspectos”, técnicos, de este lugar clave del procesamiento de los desechos de Bogotá.

https://www.kienyke.com/noticias/asi-funciona-el-relleno-sanitario-dona-juana

Este otro artículo, en El Tiempo, cuenta una historia más social y general del desarrollo de esta zona desde 1988:

https://www.eltiempo.com/bogota/historia-del-relleno-de-dona-juana-y-el-barrio-mochuelo-132624

La verdad es que todo el mundo tiene parte de la responsabilidad. Los que sufrieron más son, como siempre, personas de muy bajos recursos, razón por la cual se instalaron allí, en una absoluta ilegalidad.

No tranquilizara estas personas saber que el caso de Bogotá no es excepcional. Al contrario, es un caso más de la dificultad de manejar desechos cuyo volumen va creciendo con la actividad de la ciudad.

“¿Quién tiene la culpa?”

La solución la más fácil es de culpar a las administraciones sucesivas. Cuando uno se acuerda que Bogotá tiene alrededor de 8 millones de habitantes, es menos evidente encontrar una solución milagrosa.

Los habitantes de la zona suelen decir que “hay zonas más adecuadas que esta para este propósito” … Lo que hubiera dicho cualquier habitante de cualquier zona, pero la realidad es que no hay tal cosa como una zona “adecuada”.

Es cierto que una zona al sur de Bogotá y sus habitantes fueron sacrificados. En los artículos vinculados de “kienyke” y del “Tiempo”, se precisa que la decisión fue tomada en 1984, para dar solución al cierre de los botaderos de Gibraltar (en Patio Bonito) y del Cortijo.

El “Relleno sanitario Doña Juana” está ubicado en Ciudad Bolívar, cerca de los barrios Mochuelo Alto y Mochuelo Bajo, en una zona rural en aquella época. Era forzosamente una mala decisión, solo que no había otra solución mejor.

Cuando miran la foto superior, tengan en mente que los desechos que ven son los nuestros.

El caso de Japón y de Kamikatsu

Japón tuvo exactamente el mismo problema

Todos conocen la eficiencia organizacional y la disciplina de los japoneses. Par poner el problema en su dimensión real, que sepan que ellos no tienen un comportamiento muy diferente del nuestro.

La única diferencia es que generalizaron la noción de incineradores de basura más temprano y a gran escala. Fue un método eficiente para la eliminación de basura, pero muy dañino para la emisión de gases tóxicos.

Ver el extracto siguiente:

https://www.japan.go.jp/_src/200052/winter15es_16-17.pdf

Además, para pequeñas comunidades, el costo de un incinerador es alto, tanto por el consumo de combustible necesaria a la incineración como por las revisiones periódicas obligatorias (control de emisión de dioxinas principalmente).

Es así que empezó el proyecto de Kamikatsu. Su incinerador no paso una revisión, provocando una decisión radical de la alcaldía del pueblo: cerrar el incinerador y lanzarse en un proyecto de reciclaje a gran escala.

De adelantado a extremo

El tema del reciclaje es ya muy sofisticado en Japón. Se identifican por lo menos 10 tipos de desechos reciclables.

El pueblo de Kamikatsu llevo esta discriminación a otro nivel: el número manejado allí es de 45 tipos, distribuidos en 13 categorías.

Lean el artículo de Nippon.com: https://www.nippon.com/en/guide-to-japan/gu900038/?pnum=1

Nota: este artículo tiene dos páginas.

Cada familia debe dedicar una parte de su tiempo a la separación y preparación de los desechos (aplanar los elementos papel y cartón, limpiar los recipientes – de vidrio, metal y plástico – a separar luego en muchas categorías).

Por supuesto tienen disponibles todos los contenedores necesarios para todos estos tipos de desechos.

No hay camión recolector de basura. Cada uno lleva su basura al centro de reciclaje, siendo claro que las personas de edad sin vehículos reciben una ayuda particular.

La compensación del esfuerzo

Visto así, la situación parece extrema (y lo es visto desde aquí), sin embargo, hay varias cosas que cambiaron en las mentalidades:

  • El centro de reciclaje sirve de trueque para objetos que unos no usan más y que son recuperados por los otros
  • Otra actividad que nació es la fabricación de objetos a partir de desechos (plásticos, metales, textiles), y que son vendidos o propuestos a los habitantes cuando visitan la planta.
  • La planta está casi enteramente armada con elementos reciclados, bajando notablemente el costo de operación (dividido por tres).
  • Por supuesto, el costo de operación del incinerador simplemente desapareció, así como el transporte de residuos de incineración.
  • La situación, en 2018 es que alcanzan 81% de reciclaje que es vendido a industriales.

Nota: este video es de 2015 donde “solo” tenían 35 tipos diferentes.

Más interesante aun, es el factor de autorregulación. Los habitantes, mentalizados en evitar los gastos inútiles, dejaron de comprar ciertos tipos de elementos, reputados difíciles de reciclar, y otros por tener empaques complicados de desarmar o recortar (envases compuestos, por ejemplo).

¿Y fuera de Japón?

Si piensan que este caso es excepcional, muy lejos de Japón, en Suecia, llegan a un sistema similar, como lo muestra el vídeo siguiente.

En otros términos, si es interesante mirar lo que están haciendo Japón y Suecia, es muy probable que lleguemos a un sistema muy similar.

Pero si miramos bien, hay un punto común entre estos dos países/populaciones: el respeto del compromiso.

En muchos otros lugares, las malas disculpas y las justificaciones flojas le ganan a la solidaridad. Por aquí, llaman eso “la malicia indígena” o “la cultura del vivo”, que no es muy diferente de otros lugares (con otros nombres).

Sin embargo, si uno puede gastar una ingeniosidad sin limite en alumbrar una casa o un barrio para Navidad (malgastando un montón de energía eléctrica), es bien posible que una tal ingeniosidad se pueda redirigir hacia proyectos de reciclaje.

Se dice “proyectos” al plural, porque la principal lección del caso japonés es que probar en un perímetro reducido parece la clave del éxito. En Japón, el caso de Kamikatsu genera hasta turismo, luego muy probablemente emulación (los japoneses son muy competitivos).

Leí hace poco en un periódico que “este es un sistema de difícil aplicación en grandes ciudades, pero sí podría ser aplicable a comunidades más pequeñas y un ejemplo a seguir en materia de reciclaje”.

Es exactamente el tipo de actitud a evitar: una ciudad grande no es más que un ensamblaje de barrios, de comunidades pequeñas. Lo único es que, admitámoslo, en ciudades grandes, es la noción de comunidad que tiende a desaparecer.