Grado de dificultad: 3 (Son muchos nombres, afortunadamente).
Columnista: Roberto
Un interesante artículo en “ImpactoTIC”
Un artículo de Jaime Dueñas, en “ImpactoTIC”, me inspira el presente editorial.
Primero que todo, devolvemos a Cesar… El artículo en cuestión es el siguiente (de paso, se lo recomiendo):
No tema poner la seguridad de su empresa en manos de hackers
No tengo ningún problema con su contenido.
Es la presencia de la palabra “ética” que me llamó la atención, asociada, además, con la noción de “hacking”.
En el contexto del artículo de Dueñas, se habla de los especialistas en seguridad informática, que, por alguna razón, se presentan como “hackers éticos”, porque suena más sexy y peligroso.
Definir la palabra “hacking” es relativamente fácil: el término hace referencia al uso “no convencional” de un elemento (que puede ser cualquier cosa que tenga un modo de uso “más habitual”).
Es el caso, por ejemplo, del origami, que consiste en armar figurinas con una hoja de papel normalmente prevista para escribir.
Es una noción conocida: muchos artistas de dedican al “hacking”.
Sin embargo, en el contexto del artículo de Dueñas, el ejemplo más cercano a lo que se quiere mostrar es el del cerrajero, que uno llama para forzar una puerta de la cual se perdió la llave.
Les reenvío al artículo, para que tengan el análisis de primera mano.
Clave de acceso: “ÉTICA”
Es cuando se llega a la noción de “ética” que empiezo a apartarme.
Los “manuales” y “códigos de ética” son muy populares en las organizaciones y los cuerpos profesionales.
A continuación, un ejemplo:
Código de Ética y Conducta Profesional PMI
Este, en particular (que leí y estudié), me sorprendió por su involuntario cinismo. Pienso, sin embargo, que todos deben ser así.
El problema es el siguiente, resumido por experiencia propia: la ética es un lujo, muy costoso. Si no fuera así, todos tuviéramos ética.
Los financieros dicen muy bien (ni siquiera de manera cínica) que “todos tenemos un precio”. Es una realidad que no vi escrita en ningún código de ética.
Alumbrado con esta luz fuerte, nociones como “respeto”, “equidad”, “sinceridad”, “verdad”, tienen un costo alto, que se elude cómodamente en los textos.
En una época que glorifica la “malicia indígena” (AKA deshonestidad), la “idiosincrasia” (AKA conformismo) y el egoísmo, el presente texto puede parecer un despropósito.
Son las nociones que nos insinúan en los programas de Reality TV, “Survivor” y sus clones, y que llevan a situaciones como las que describimos en TMN en los siguientes artículos:
- “The Push” and former Asch/Milgram experiments
- Fyre Festival, mucho más que “Millenials”
- Theranos, engaños y reyes desnudos
- Y todos los artículos que escribimos sobre Boeing (los pueden buscar en nuestra página “Every Posts” con la palabra clave “Boeing”, en la categoría “International”).
Es exactamente eso que queremos hacer entender a nuestros lectores en búsqueda de sabiduría.
Si buscan ejemplos de éticas, están zarpando para un largo viaje en un océano de dudas.
Los encontrarán, de vez en cuando. Por eso el título: “La ética tiene nombres propios”.
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