Grado de dificultad: 0 (Simplemente, es un engaño. Sin embargo, también vale un 3 por los artículos vinculados, que están en inglés).

Columnista: Roberto

Un “estudio” bastante discutible

Artículos en periódicos respectados

Leí, hace unos días, en un artículo del Washington Post, la “noticia científica” siguiente:

‘Horns’ are growing on young people’s skulls. Phone use is to blame, research suggests

El título dice lo siguiente: “‘Horns are growing on young people’s skulls. Phone use is to blame, research suggests”.

En castellano, pretenden que los “jóvenes adultos” son más propensos a desarrollar una especie de “cuerno” en la base posterior del cráneo.

Yo: “¿Perdón?”

La “explicación” es que la culpa sería del uso de teléfonos y de tabletas.

Yo: “¿Que qué?”

El artículo del WP parecerá caótico al que intente leerlo, porque el redactor se da claramente cuenta de que algo está bastante mal en esta afirmación, y se esconde detrás de varias citaciones contradictorias de “especialistas”.

La publicación que genero la leyenda

El artículo está basado en una publicación en “Nature”, categoría “Scientific Reports”, la siguiente:

Prominent exostosis projecting from the occipital squama more substantial and prevalent in young adult than older age groups

Bastante sorprendido por las afirmaciones vehiculadas en el artículo del Washington Post, leí la publicación en cuestión.

Nota: es corta, recomiendo a los que entienden el idioma inglés leerla también, para tener la fuente real.

Para resumirla, se trata de un estudio” de 1200 radiografía realizadas en una sola clínica del Queensland en Australia (clínica de uno de los dos autores de la publicación, por supuesto).

Se pretende demostrar que la población de “jóvenes adultos” es más propensa a desarrollar una especie de “cuerno” en la base posterior del cráneo.

Comentario personal inicial: la especialidad de la clínica quiropráctica es justamente los dolores de espalda y de cuello, lo cual reduce la población a pacientes con problemas (y reduce al mismo tiempo la credibilidad del informe).

Los millennials, por supuesto obsesionados por su teléfono

Casi inmediatamente (en el “Abstract” del informe) aparece la “hipótesis” siguiente:

We hypothesize EEOP may be linked to sustained aberrant postures associated with the emergence and extensive use of hand-held contemporary technologies, such as smartphones and tablets”.

En la citación anterior, EEOP es “Enlarged external occipital protuberance”, el famoso “cuerno”.

En otros términos, surgido de la nada, atribuyen la responsabilidad de la anomalía ósea al uso de teléfonos y de tabletas, sin que en ningún momento se demuestre que los pacientes estén obsesionados por su celular.

¿Por qué, entre los pacientes, solo culpan a los 300 candidatos inferiores a 31 años del uso de un teléfono?

No hay, en el “estudio”, rastro de una eventual pregunta sobre este tema, a ninguno de los pacientes.

Hay varias declaraciones perturbadoras en el informe, como la siguiente:

Robust and pronounced cranial features such as cranial thickness, supraorbital torus, a sagittal keel and occipital torus are the hallmarks of early hominin skulls, characteristics that are discussed extensively in the anthropological literature in association with early hominin evolution

Este extracto induce que la anomalía será la prueba para que los afectados sean devuelto al estado de humanos primitivos (AKA pitecántropo, neandertal o cromañón), y que se trataría de la “young adult population” (AKA ¡los millennials!).

Otro extracto proclama que “The larger distribution of EEOP in the male population may also be explained by research suggesting that males are more likely to use handheld technology devices for time-consuming gaming and movie viewing, while females are more likely to engage in short duration social activities”.

Por supuesto, tampoco hay datos que respalden esta declaración extremadamente sexista, y segregacionista en contra de los millennials.

Una broma pesada

El capítulo anterior pudo parecerles difícil de entender. Lo es, por culpa de un “estudio” que carece de justificaciones científicas. Es lo que tenemos la costumbre de llamar “seudociencia”.

Me tranquilicé cuando vi que, después de la publicación de artículos de la BBC y del Washington Post, salían muchos comentarios ácidos.

Llamarón la atención de la revista Nature, que se interesa (por fin) en esta parodia de estudio.

Se trata claramente de una broma de mal gusto, que intenta aprovecharse de una leyenda urbana para ganar popularidad en una publicación científica.

Lo gracioso de la situación actual es que los autores, David Shahar y Mark Sayers, fueron desenmascarados, y no pueden (o quieren) dar marcha atrás.

Artículos como los siguientes, los están eviscerando:

Smartphones aren’t making millennials grow horns. Here’s how to spot a bad study

Después de eso, nuestros dos bromistas van a negar que se trataba de un engaño. De igual manera, su reputación y carrera sufrirán.

No es la primera vez que ocurre un evento de este tipo. En Francia, dos seudo comentaristas científicos lograron obtener un doctorado con engaños: los hermanos Bogdanov.

Tampoco será el último caso: desafortunadamente, el mundo científico se volvió permeable al poder del dinero.

No, los millennials no son monstruos

Una vez más, los millennials son atacados. Existe toda una mitología alrededor de ellos.

La redacción de TMN ya expresó su opinión sobre esta (vergonzosa) leyenda urbana en un artículo anterior, “Millennials, los temidos”.

El término “millennials” aparece en nuestro léxico de neolengua, entre otras varias palabras postmodernas.

Consideramos que debemos estar todos muy vigilantes cuando se intenta de discriminar un grupo.