Grado de dificultad: 0 (Solo hay que sumergirse en la historia)
Columnista: Roberto
Tercer artículo sobre el tema, que confirma su profundidad. El segundo (sobre la primera temporada) era en francés.
No se atreven a decírmelo, sin embargo, yo sé que no les gusta mucho …
Regresamos al español, “shall we”?
Temporada más enfocada sobre los personajes
Me tomo menos tiempo mirar la segunda temporada de la serie que la primera, aunque tenga 13 episodios en lugar de 10. Es menos angustiante.
Estaba un poco ansioso, por culpa de las críticas que tuve la mala idea de leer. En las que miré, los críticos se quejaban de que “no pasaba nada”.
Sin embargo, sospechaba que se trataba de impaciencia. Es un fenómeno que ya noté en otras oportunidades (con la última temporada de “Game of Thrones”).
Los aficionados llegan al punto de que se creen dueños de una historia, que les gustaría verla desarrollada de una manera muy personal.
Eso es “pecar por vanidad” (para ponerse en el mismo contexto de la serie). Sumergirse en la historia trae más satisfacción que distanciarse de manera fría e intelectual.
La primera temporada de The Handmaid’s Tale era un agotador descenso al infierno, la segunda temporada habla de la vida dentro de este infierno.
Es cierto que el ritmo es más lento después del terror y del desespero de la muy intensa primera temporada.
La segunda temporada explora las etapas psicológicas posteriores: demencia, resignación, rencor, sacrificio, heroísmo, subversión frente al infierno que viven.
Sí, hay muchas cosas en esta segunda temporada, y hay momentos inspiradores que algunos, aparentemente, se perdieron por impacientes.
Los personajes están más estudiados también. La intensidad de la primera temporada reducía el modo de reacción de todos a unas descripciones esquemáticas. La angustia prevalía siempre.
Los actores
Últimamente, me di cuenta de que prestaba más atención al lenguaje y al comportamiento de personas en mi entorno.
Es, por supuesto, injusto ponerse a sospechar que gente muy religiosa sea capaz de cometer los mismos horrores que se ven en pantalla (aunque …)
Entendí, sin embargo, que a Margaret Atwood (autora de la novela The Handmaid’s Tale) no le fue muy difícil encontrar modelos para elaborar sus personajes: existen en la vida real.
Aunque lo niegan, los actores fueron muy impactados por los personajes que interpretaron. Los que tienen papeles de “malos” tuvieron que vivirlo de manera más complicada.
Joe Fiennes, el brillante actor británico que personifica el “Commander Fred Waterford”, un fariseo cínico y terrible, deja claro (tal vez demasiado) que él, como persona real, no tiene nada que ver con el personaje actuado:
La hermosa Yvonne Strahovski, que interpreta la compleja y torturada “Serena Joy Waterford”, estaba esperando bebé durante la segunda temporada…
Y, por más que quisieran negarlo, el hecho de necesitar hacer karaoke, entre las tomas de la filmación, indica un impacto muy fuerte sobre las personas reales.
La historia (evitando los spoilers)
Considero, en oposición con muchos, que la segunda temporada estuvo a la altura de la primera.
Para describirla sin revelar demasiado lo que pasa (porque, sí, pasan muchas cosas), les diré que es una descripción del profundo error que cometen los que abusan del poder y de la opresión.
Se condenan solos y se fabrican sus enemigos.
Hay otras facetas descritas en esta temporada, pero sería revelar demasiado.
Espero que los expertos no me vayan a insultar cuando diga que, a mí, me gustó.
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