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Disrupción tecnológica
“Disrupción tecnológica” es una expresión que, muy probablemente, han escuchado. Generalmente, se omite el adjetivo “tecnológico” y se dice simplemente “disrupción”.
Resulta que una disrupción es un “roto” en la evolución tecnológica, evento no tan frecuente pero que sí pasó en varias oportunidades en el siglo XX, y de manera más discreta en el siglo XXI.
La desaparición de las centrales telefónicas, el cambio de pantalla en los televisores (a plasma o cristal líquido), la televisión digital, la explosión de Internet son disrupciones del siglo XXI.
A veces, las disrupciones son aceptadas sin problemas, en otros casos pueden ser traumáticas y generar oposición.
El tema del presente artículo no es juzgar las disrupciones (no son el problema central), sino analizar los efectos que pueden generar, y qué sorpresas se pueden descubrir en un proceso de evolución “disruptiva”.
La evolución de los sistemas de sonido
Tomaremos este caso porque ya lleva más de un siglo, y es muy representativo de los “rotos” de una estructura social y económica.
El ancestro del gramófono fue inventado al final de siglo XIX, y funcionaba inicialmente con cilindros. El siglo XX vio nacer el disco vinilo, aunque su uso fue muy progresivo hasta la mitad de ese siglo.
La aparición de los cilindros grabados creó un mercado que no existía: en el siglo XIX, se vendían las letras de las canciones y las particiones de las músicas. Los cilindros, luego los discos permitieron vender el producto terminado, la música.
Social y culturalmente, interpretar una música dejó de ser rentable porque los mismos que la escribían la difundian en discos. El negocio creció, así como sus defectos: los derechos de autor se volvieron una fuente de interdicciones.
En paralelo, los sistemas de sonido (tornamesas, amplificadores, bocinas) se sofisticaron mucho, permitiendo reproducir el sonido de manera casi perfecta.
Eso fue hasta 1980, cuando la digitalización por fin alcanzó a esta disciplina. El Compact Disk permitió alcanzar un nivel de perfección de la reproducción sonora que envió los tornamesas al museo (#disrupción). Luego, gradualmente, la digitalización transformó todos los demás elementos de la cadena de reproducción.
En este fin de segunda década del siglo XXI, la música es generada y reproducida por computadores, y los únicos elementos que quedan son la tarjeta de sonido del computador y sus bocinas (optimizadas para conectarse con el computador).
Los tornamesas
Los “viejos” tornamesas
Los tornamesas, en la época de su desaparición, se parecían mucho a la imagen siguiente.

Estaban compuesto de una placa circular de 30 cm de diámetro, con un motor de velocidad de rotación muy precisa. Un brazo con un contrapeso que permitía minimizar la fuerza de presión del zafiro sobre el disco (apenas unos gramo).
El zafiro, versión moderna de la aguja, era un elemento de alta precisión que reproducía la grabación con una calidad muy alta (aunque no tan perfecta como la de un CD).
Eso fue al inicio de los años 80 (del siglo XX), luego desaparecieron … O así lo creió todo el mundo.
Pero la foto de tornamesa que acabamos de mostrar no es de los años 80, es actual. ¿Cómo un elemento tan arcaico logró llegar a la segunda década del siglo XXI?
Bueno … Ni tan arcaico, porque su salida se volvió completamente digital y su interface se volvió USB para que lo podamos conectar a nuestro computador. El resto del aparato, sin embargo, quedó idéntico a su versión de hace 35 años.
¿Cómo así?
Una verdad escondida
Efectivamente, paso algo, y no es solo un efecto de nostalgia.
Primer índicio, no busquen fallas técnicas en la tecnología totalmente digital de hoy: no hay fallas, no hay defectos, nunca estuvimos tan cerca de la perfección en materia de sonido.
Es la característica principal de las disrupciones: nunca se trata de la tecnología en sí. ¿Entonces, que falló?
En el caso de los tornamesas, el elemento que se rehúsa a morir es el disco, como objeto físico y por lo que contiene.
El problema está relacionado con los derechos de autor, y tiene que ver con lo siguiente:
Que los que piensen que el sistema de “protección de los derechos de autor” les satisface y le parece justo, equitativo y respetuoso, levanten la mano…
Por ejemplo, un país en Europa hasta instauró una tasa sobre todos los soportes:
Allí, cuando uno compra
- un disco duro,
- una llave USB,
- una memoria SD,
- un televisor,
- un radio,
- un computador,
- un CD/DVD/Blue Ray virgen,
se tiene que pagar una tasa adicional, porque este soporte puede servir para grabar música.
Nota: se trata del mismo país que habla de “Excepción cultural” (sería bueno que nos expliquen que es esta vaina).
El país en cuestión exagera un tanto, pero la situación no está mejor en el resto de mundo: sepan que ustedes muy probablemente son “piratas” desde el punto de vista de estos “Derechos de Autor”.
Y no hablaremos más de esta cuestión, porque, al fin y al cabo, el problema no es nuestro.
Disruption-proof
Un disco es un objeto físico. Es la materialización de un derecho de propiedad adquirido, y que no tiene ningún tipo de protección como es el caso de los CD y de sus sucesores.
Un segundo argumento es que los que reclaman derechos, simplemente se olvidaron de toda una parte de la discografía universal, la cual empezó antes de 1980, y a la cual sin los discos no hay más acceso. Todos los que buscan música antigua por razones históricas o por colecciones, están indirectamente perjudicados por este olvido (o desprecio) de los lugares tenientes modernos de “labels” musicales.
Un tercer argumento es que ciertas músicas postmodernas, como el Rap, usan los tornamesas como instrumentos. Este tercer argumento, que puede parecer de alcance confidencial, es en realidad el que despertó la atención de muchos aficionados, interesados por la resurgimiento de una herramienta muy útil.
En los cinco últimos años, se volvió una tendencia que va más allá de la simple nostalgia, demostrando lo valioso que se dejó atrás, por desconocimiento, descuido y desprecio.
Los tornamesas “actuales”
Las tendencias
El mercado se segmentó, hasta un punto tal que ciertos artistas “indies” graban su trabajo en vinil, como una especie de reivindicación de libertad para los que los escuchan.
En cuanto a los tornamesas como tales, hay tres tipos de compradores:
- Los que buscan un objeto con un toque “vintage”, que no sea muy costoso,
- Los que definitivamente son profesionales (DJ), y que buscan herramientas,
- Los aficionados que tienen una discoteca y quieren escuchar sus tesoros.
Esta tercera categoría debería lógicamente buscar como traducir sus músicas en formato digital, pero no lo hacen, y prefieren experimentar los gestos de poner un disco y reproducirlo sobre un sistema actual.
La última es la más exigente, y permite a varias marcas celebres de la época de los años 80 sacar del olvido diseños de aquella época, diseños idénticos (si no fuera por convertidor digital que los transforma en periféricos de computadores).
Los tornamesas
A continuación, varias marcas de estas:
Los zafiros y diamantes

Estos tornamesas eran inseparables de los transductores que reproducían fielmente los sonidos. Ellos también renacieron con los mismos productos de hace 35 años:
¿Nostalgia?
Todos los elementos anteriores, tornamesas y diamantes, contribuyen a elaborar productos costosos. La multiplicidad de fuentes indica que sí hay un mercado.
En realidad, son estos productos los que constituyen la parte realmente “vintage” de este mercado. Son estéticamente preciosos, pero no solo eso: también proveen una calidad mecánica de otro tiempo.
Por eso, es posible que haya algo más que la simple nostalgia.
Como lo hemos visto en un artículo anterior: “Did the “Concorde” fail?” (artículo en inglés), los reyes del mundo actual hablan de “… classic midcentury faith in engineering …” como de algo del pasado.
La fascinación por estos objetos meticulosamente diseñados podría ser un deseo secreto de ver regresar este mundo apasionante.
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