Grado de dificultad: 2 (Si fuera solo un problema técnico, estaría más fácil)

Columnista: Roberto

Aclaración semántica

Para empezar, seamos precisos con los términos técnicos: la estructura metálica donde se montan equipos de telecomunicaciones se llama una torre.

Existen también torres de concreto, luego los equipos se pueden montar, con sus antenas, en postes parecidos a los de la luz o en polos parecido a los que soportan los avisos de publicidad.

Esta precisión puede ser importante al momento de realizar una denuncia, demanda, tutela u otro procedimiento judicial.

Explicación: las personas descontentas con el atrevimiento de empresas que instalan tales estructuras harían bien en aprender la diferencia entre torre (la estructura) y antena (el equipo en la estructura).

Eso les será muy útil al momento de entablar una demanda: quejarse de una antena y pedir que la quitaran, si una estructura nueva todavía no hospeda ninguna, es equivocarse de blanco.

En el presente artículo, hablaremos de ambas: torres y antenas.

Un poco de historia reciente

Es MinTIC que incentivo este proceso

Hace ya varios años, MinTIC (nuestro Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones colombiano) levanto la prohibición de instalar estructuras de celular en 25 municipios entre los cuales Bogotá.

Los dos vínculos siguientes reenvían a publicaciones de 2016 en ENTER.co sobre este tema:

https://www.enter.co/cultura-digital/colombia-digital/las-ciudades-deberan-revisar-sus-prohibiciones-de-instalar-antenas/

https://www.enter.co/cultura-digital/colombia-digital/bogota-eliminara-restricciones-para-la-instalacion-de-antenas-celulares/

Los legalistas que escriben los textos de leyes ponen mucho cuidado a los términos (los periodistas, un poco menos), razón por la cual es siempre una buena idea de leer los textos de ley, además de los periódicos.

La idea central de MinTIC era de permitir la densificación de las redes de celular, acompañando el aumento del tráfico de telefonía y de datos en celular.

Consecuencias directas y consecuencias perversas

Aquí viene una primera noción en favor de los operadores de celular contra los ciudadanos. Se habla de espacios públicos, como los parques por ejemplo… Y los operadores pagan su licencia de operación a un precio muy alto.

Sin embargo, MinTIC estaba consciente de los problemas asociado a la multiplicación de sitios de difusión: hay cuatro operadores físicos en Colombia, es decir potencialmente una multiplicación por cuatro de la cantidad de sitios a manejar para una densificación de estas redes.

Entonces, nuestro ministerio obligoa los operadores a ponerse de acuerdo sobre “sitios compartidos” (las torres), que hospedarían los equipos de varios operadores (p0siblemente todos en varios casos).

Deben empezar a entender dónde está la perversión: no buscan de cual operador es una estructura nueva, lo más probable es que sea de todos.

De operadores de redes a constructores de sitios

Los constructores de sitios

Seamos más precisos: las torres nuevas, las que se están construyendo por todas partes, sin el consentimiento de las poblaciones (pero sí, de las autoridades), no son más de los operadores.

Son de entidades exteriores, empresas asociadas con grupos inmobiliarios, o con gestores conocidos de estructuras de telecomunicaciones, o más sencillamente con grupos financieros poderosos.

Estas entidades construyen estructuras en sitio claves (con la ayuda de empresas prestigiosas que realizan las simulaciones de cobertura radio si saber a que serviran sus estudios), luego negocian con los operadores los espacios en estas estructuras.

De esta perversión, MinTIC tal vez no se dio cuenta, y se quedo atrapado en su propia creación: las constructoras se volvieron más agresivas (estas nuevas estructuras son fuentes de ingresos muy altos), sobre todo cuando se trata de espacios públicos (#parques).

Las administraciones publicas locales

Las administraciones locales también disfrutan de una parte de estos ingresos. Entonces, no cuentan demasiado con ellas para respaldar las poblaciones, a menos que las protestas se vuelvan virales, luego.

Tampoco pueden contar con los periodistas, que desconocen este tema muy técnico. Se trata de un pacto con el diablo que nunca entendieron (hasta leer el presente artículo, tal vez).

Les aclaramos que este tema no es específico de Colombia, menos aun de Bogotá.

Lo malo, del punto de vista de nerdos como nosotros, es que los criterios de elección de sitios por las constructoras no son tecnológicos.

No estamos diciendo que estos sitios sean peligrosos para la salud, en la inmensa mayoría no lo estarán (ver nuestro artículo anterior “Torres de celular impedidas”), sino que nos parecen tácticas de ubicación equivocadas y no óptimas.

Quien tiene la razón

Antes de ser acusados de “traición”, queremos decir a las comunidades que estamos más de su lado, sin embargo nos parece que sus justificaciones y argumentos están equivocados cuando se trata de “peligros para la salud”.

La invasión del espacio público es, al contrario, un argumento mucho más válido: las ubicaciones las más adecuadas no son los parques (y no con estructuras invasivas).

El primer paso es de describir los aspectos de un fenómeno que no tiene por qué volverse sistemáticamente un tema conflictivo.

Pero faltan muchos pasos más, todavía:

  • Las administraciones usan la táctica del silencio y de las sombras que les vuelve sospechosas,
  • Los operadores están demasiado felices por no tener más que desgastarse en la búsqueda de sitios,
  • Los constructores son conocidos por su poco interés por el bien común,
  • El modo de reacción de las comunidades se volvió histérico e incoherente.

Y ni siquiera se tiene claro a cuál resultado se quiere llegar, con cuales medios, y en cual plazo. Antes de buscar culpables, es este preciso problema que toca poner sobre la mesa.