Grado de dificultad: 1 (Mi mensaje es sencillo: no solo somos números).

Columnista: Roberto

Aquí entrego un testimonio personal (solo habrá uno) sobre mi viaje al país de COVID-19.

Una temporada en el Infierno de COVID

Une Saison en Enfer” es el título de un texto en francés de Arthur Rimbaud.

Se puede traducir por “Una temporada en el Infierno”.

Nota: no soy un gran aficionado de Arthur Rimbault. Siempre pensé que el verdadero poeta era su pareja de esta época, Paul Verlaine.

Es un debate que podría tener en otros tiempos… Sería, por cierto, señal de que terminé con mi batalla contra COVID-19.

Es, sin embargo, la mejor descripción del lugar donde estoy en este momento.

Empezó un viernes, con síntomas gripales fuertes. Creí inicialmente que era solo eso. Sin embargo, advertí a mis cercanos de que algo me estaba pasando.

Un inmediato examen médico no descartó la sospecha y me mandó a hacer una prueba PCR… Que salió positiva

A partir de este momento, empecé una espiral descendente … En la cual involucré a mi alma gemela, y es lo que más me duele.

De números y de luchas

COVID y sus “sorpresas” diarias

No busquen ninguna justificación divina en por qué COVID afecta a unas personas y no a otras. La realidad es que solo existen el desinterés y el egoísmo de algunos que se escaparon por pura suerte …

… Hasta que quedaron infectados:

Ted Nugent, who once dismissed Covid-19, tells fans he’s tested positive for it

Aparte de patéticos estúpidos como este, los medios de comunicaciones no hacen un trabajo mucho mejor.

Las noticias nos hablan del número de camas ocupadas en cuidados intensivos. “Números”, así nos hacen ver a los pacientes. Sus sufrimientos diarios quedan borrados porque no importan mucho.

Uno se despierta cada día con un nuevo reto. Hasta simples acciones como dormir, comer o tomar líquidos se vuelven trabajos agotadores…

… Más la sorpresa del día, un descubrimiento que parece sin fin. ¿Qué será, hoy?

Luchas y elecciones

Ya alcancé mi doceavo día infectado, y no veo “el final del túnel”.

El enemigo no nos deja en paz, y no sabemos cuándo, finalmente, va a retroceder.

Pero prefiero haber sido de los que se infectaron. No me sentiría cómodo solo ser un afortunado, uno de los que solo escuchan las cifras.

Mis contactos me mandan mensajes de fuerza. Ellos son generalmente sanos: saben que nada me puede ayudar mucho, sino la voluntad de seguir (la tengo).

Si se interesan en un poco más que en números de infectados, piensen en todos nosotros, que no elegimos esta lucha.

Que sea la lección de esta pandemia: no todas las grandes luchas son elegidas.

¡Cuídense!

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