Grado de dificultad: 3 (La noticia inicial está en francés, la vergüenza es, también, muy grande).

Columnista: Roberto

TMN se asocia a su columnista para reportar esta noticia.

Nota: Una primera versión del artículo nos valió un diplomático regaño, por el vínculo que contiene hacia un artículo en francés, que contiene (idioma que muy poco practican).

En la presente versión, hemos añadido una traducción del artículo en cuestión.

Lado Sello de la moneda

Como ciudadano francés, me siento en la obligación de reportar un hecho vergonzoso que acaba de pasar en Francia.

El artículo original, en francés, que reporta el hecho, es el siguiente:

https://www.francebleu.fr/infos/faits-divers-justice/a-oissel-trois-touristes-sud-americaines-en-transit-a-roissy-placees-en-retention-1565976497

cuya traducción en español está disponible aquí: Artículo Radio Bleu.

Para resumir, tres mujeres, Wilma (venezolana), Liliana y Jennifer (ambas colombianas), que no se conocían, acaban de vivir la “dulzura” de la “hospitalidad francesa”, versión policíaca.

El artículo francés detalla su percance, les recomiendo hacerlo traducir, preferentemente por periodistas.

Estas tres pasajeras, de tres vuelos distintos, llegaron a Roissy (aeropuerto principal de Paris), en transito hacia España y Suiza.

Era a finales de julio, y nunca llegaron a su destino.

Al contrario, por razones kafkianas que los responsables tendrán el placer de explicar, llegaron a una cárcel, a 300 Km más al noroeste, donde pasaron 12 días.

La justicia ante la cual comparecieron las tres mujeres, totalmente desubicadas, se dio rápidamente cuenta del abuso y desestimó los cargos, ordenando su liberación inmediata.

Muy “juiciosamente”, los rigorosos funcionarios de policía las abandonaron en el borde de la carretera, a la salida de la cárcel (como en las películas), a 300 Km de su punto de partida.

Lado Cara de la misma moneda

Las tres desafortunadas encontraron, en su camino de dolor, tres ángeles que entendieron lo que los policías, no.

Nota: No es para sorprenderse. Escuché, un día, a alguien decir “este muchacho entró en la policía porque la cabeza no le daba para más”. Parece que este sarcasmo es internacional.

La primera fue la abogada “de oficio” que las atendió, Bérengère.

Luego las recogió Elsa, a la salida de la cárcel, sin siquiera hablar español ni saber lo que les había pasado.

Finalmente vino Adriana, una militante de la asociación “Welcome”.

Adriana, Wilma, Liliana, Elsa et Jennifer - Origen France Bleu

Sería injusto de mi parte no saludar, también, la parte judicial, que se comportó como había lugar.

En estas circunstancias, aunque parezcan normales, vale la pena agradecer sus decisiones.

Francia parece tener problemas con sus servicios de policía, para no decir más.

¡Casi olvidaba! La odisea no ha terminado todavía: las tres ahora amigas todavía están hospedadas en Ruan, la misma ciudad donde fueron encarceladas.

Redacto el presente artículo esperando que se diera la publicidad que esta noticia se merece.