Grado de dificultad: 2 a 3 (Hay preguntas sencillas a las cuales es muy difícil de contestar).
Columnista: Roberto
El 19 de junio, en mi país (#Colombia) ocurrió un evento extraordinario, aunque no por razones muy positivas.
Se le ocurrió a nuestro gobierno declarar este día exento de IVA.
Nota explicativa: IVA es el impuesto sobre el valor agregado, comercialmente.
Internacionalmente, es un clásico, y es el cliente final que lo paga.
Compradores compulsivos
¿Qué habrá pensado el gobierno sobre el efecto de este anuncio?
El resultado fue radical:
Los sitios web de comercio local conocieron una congestión inhabitual e interminables filas de espera fueron vista a la entrada de los almacenes…
… Sin distanciamiento. Eso genera dos preguntas:
Pregunta 1:
¿Fue la decisión, individual, de salir a realizar compras (evitables) un riesgo para la salud de los salientes y para los demás?
Para mí, sí. En mi hogar, los que salieron a trabajar no perdieron tiempo en esta histeria colectiva.
Los que se quedaron en casa consideraron que el juego no valía arriesgarse.
Otros pensaron de manera diferente. Consideraron que un televisor UHD de gran tamaño era una compra necesaria.
¿Valió la pena? Es una pregunta por hacer a cada uno.
Pregunta 2:
¿Estaban, los que tomaron la medida, conscientes de lo que iba a pasar?
No encuentro ningún escenario donde no fueran plenamente conscientes.
Significa que pusieron el comercio por encima de la salubridad, intencionalmente. Eso dice mucho de ellos.
Dos mundos se separan
Este evento reveló una fractura entre dos actitudes frente a una decisión, que se resume a una pregunta:
¿Era esta decisión necesaria?
Nos hemos divididos, individualmente, en dos campos: los que crean memes y los que salen a comprar.
No es una guerra, pero dibuja una frontera que no existe en todos los países. Ahora, sabemos que existe aquí.
Algunos consideran que el evento pandémico nos cambiara para siempre. Es posible, pero no sabemos cómo.
Lo que, sí, acabamos de descubrir, es que no somos un pueblo, si es que, en algún momento, lo fuimos.
Para los que tomaron la decisión, no somos más que un rebaño, y lo acaban de demostrar.
Sin embargo, no nos engañemos: no todos pueden fácilmente elegir su respuesta.
Poder hacerlo, y declararse un ciudadano libre, es un lujo.
Señal de los tiempos, el símbolo de la riqueza y de la libertar es un televisor de 65 pulgadas…

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