Grado de dificultad: 2 (el contenido del presente artículo puede ser aburridor).
Columnista: Roberto
En el artículo anterior, las cifras sobre la evolución del mercado de los autos eléctricos necesitaban un contexto. Me pareció necesario dar una vista panorámica de lo que hay detrás de una evolución anormalmente lenta.
Parte 2: Dilemas con autos eléctricos
Dos actitudes opuestas
“Millennials” y autos
Tomemos dos ejemplos divergentes de compradores de autos.
Nuestro primer caso es el de una médica “Millennial”. Le gustan los carros, y le gusta manejar. Su próximo auto será definitivamente eléctrico.
Es coherente con su compromiso con el medio ambiente y su afición por la tecnología. Además, sus ingresos la hacen una candidata perfecta para una elección que le parece evidente.

¡Aplausos para la doctora! Pero, sin tener problemas, su caso, no es tan interesante para nuestro estudio.
Pongámosla como punto de referencia a alcanzar.
“Boomers” y autos
El segundo caso es el de un abogado, un “Boomer”. A él también le gustan los carros, y manejar. Ve a los carros más como un elemento de inversión y de estatus social.
Lo encontré en una reunión reciente, en la cual hablaba de cambiar su vehículo actual, un SUV Renault Koleos.
Así que le hice la pregunta fatídica: ¿Será un carro eléctrico?
Su reacción: la misma mueca que me hizo una vez cuando le hablé de Linux. A su mueca, añadió que los carros eléctricos eran costosos… Lo cual es cierto.
Hablando en su favor, completaría diciendo que sus desplazamientos profesionales se complicarían por la ausencia de estaciones de recarga.
La interpretación de la mueca podría, sin embargo, ser diferente. ¿Dificultades para asimilar principios nuevos?
Fue claro que la pregunta que le hice ya estaba en su mente… Solo que había descartado esta posibilidad.
Autos eléctricos y dilemas
Dilema 1: el precio de los autos eléctricos
El segundo caso resume la percepción de una amplia mayoría de los conductores frente a una disrupción.
Una mezcla de miedos, algunos válidos (en la actualidad), otros mucho menos.
El argumento más evidente (y más válido) es el alto precio de estos vehículos.
Estamos en una situación similar a la del inicio del siglo XX. En esa época, tener un automóvil estaba reservado a unos privilegiados (de estrato alto).
Nota: sintomáticamente, Ford, con su Mustang Mach-E, podría estar reproduciendo el caso del Modelo T en 1908.
La comparación con este pasado, todavía históricamente cercano, es válida. Dudas similares ocupaban las mentes de personas todavía acostumbradas a los coches con caballos.
El precio de los autos eléctricos se explica esencialmente por el de sus baterías. Es poco probable que esta situación evolucione muy rápido…
Dilema 2: Kilometraje entre dos recargas
Si la primera razón es poderosa, las demás (más flojas), importan mucho, insidiosamente.
- El alcance (distancia recorrida con una sola recarga) conseguido por un carro eléctrico parece relativamente corto.
La solución actual se encuentra en los modelos “híbridos” (HEV y PHEV).
Sin embargo, considero que esta solución es solo transitoria, en espera del desarrollo de una infraestructura de suficiente recarga .
Además, la escusa del alcance se volvió menos cierto en modelos BEV recientes.
Dilema 3: las recargas son interminables
- Asociada con el alcance, esta la cuestión del tiempo de recarga, dolor de cabeza del viajero actual:
¡Se debe contar con un plazo que va desde una media hora hasta varias horas!…
Pero parece que la solución ya fue encontrada, como lo describe este artículo en “Nature”:
Electric-car batteries recharge in ten minutes when the heat is on
En resumen, calentar el banco de baterías de litio a una temperatura de 60° C reduciría el tiempo de recarga a 10 minutos…
Este reciente y prometedor descubrimiento no es utilizado todavía (y requeriría instalaciones más complejas).
Dilema 4: la costumbre tradición
- Finalmente, está el obstáculo de la “tradición”, aparentemente fútil, y sin embargo muy presente. Su manifestación es difusa e insidiosa.
- Se reporta un miedo sobre el comportamiento de la transmisión:
Simplemente, no hay cambios, lo cual vuelve el manejo más aún fácil que con una caja automática.
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- Otro miedo es la ausencia de ruido del motor. Estamos tan acostumbrados al ruido ambiente provocado por los motores atmosféricos que no imaginamos su ausencia.
Es tan cierto que varios constructores crearon un ruido artificial, difundido a través del sistema de sonido del vehículo…
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- Otra tradición es la de la reventa de vehículos de segunda. Resulta que la vida útil de un auto eléctrico será más larga que la de los autos actuales.
Eso implicara una reducción del fenómeno de reventa, dejando el desgaste de ser preponderante.
Es un argumento que tocó considerar desde ya: la venta de autos no eléctricos se volverá gradualmente más difícil. Comprar un auto convencional podría ser, desde ya, una apuesta perdedora.
“Crónica de una muerte anunciada”
El último elemento “tradicional” es el poder del gremio petrolero. Este gremio es el principal enemigo de la evolución, es nuestro enemigo.
La debilitación de las empresas petroleras es visible, como lo estábamos notando en un artículo anterior:
Se acaba la era de la gasolina
Pero siguen teniendo un poder importante. Lo usan para obstaculizar, ralentizar la evolución, usando todas las palancas que tienen (financieras, políticas, sociales).
No tiene nada de nuevo, lo han hecho desde hace un siglo. La diferencia, hoy, es que un continente entero, Europa, mediocre productor de petróleo, decidió alejarse de esta lógica…
Europa representa un parque automotor considerable, que, a su vez, dificulta la transición que busca:
Es lo que impulsa la evolución que reporté en mi artículo anterior.
El país donde vivo (Colombia) es interesante por ser productor de petróleo. Se ven aquí las primicias de esta evolución, y es una señal más importante de lo que parece…
… Suramérica entró en la era eléctrica.
Quedará solo el continente africano a seguir con el petróleo, por obligación (pobreza) más que por elección. ¿Pero por cuánto tiempo?

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